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La Gioconda, icono trascendental
Hace casi diez años, en febrero de 2012, un artículo del Jornal despertó el interés de todos por la copia de la Gioconda realizada por el Museo del Prado: afirmaba que era la primera reproducción de la imagen. La obra pertenecía a la Colección Real, y aunque se desconoce la fecha exacta de su llegada a España, es probable que ya estuviera en nuestro país a principios del siglo XVII.
Luego se señaló que podía dejar la mano de dos de los estudiantes del taller de Leonardo más cercanos a él, Andrea Salai o Francesco Melzi, excluyendo a Leonardo de intervenir en él. Su aspecto final es diferente de la obra del escritor en tres elementos básicos: la factura, claramente diferente; las cejas, invisibles en la obra del genio da Vinci, y la ausencia de paisaje en el caso de la copia antes de que fuera restaurada (los análisis técnicos revelaron que fue incorporada por la primera, pero podría ser pintada de negro al menos dos siglos más tarde).
El museo del Prado dedica ahora una exposición para conocer más sobre esta copia de la obra que se han realizado desde entonces, como parte del Vinciano la tienda y en el original, Ana González Mozo, comisaria, dijo que se llevaría a cabo en paralelo con la mona lisa del Louvre, y que no sería una obra habitual, pero que no sería parte de la escuela, y autora de La » Virgen de las Rocas, y para educar a la vista, y la formación en el proceso de la obra de los que se han formado al lado de la misma.
El taller
Leonardo y la copia de la Mona Lisa. Un nuevo enfoque a la práctica de la cena del taller, «a la sombra del Museo, se aprende de (y con) en este trabajo, las fechas de hace nueve años, en el nuevo estudio, en y alrededor de la pintura de la clase se hace coincidir con el año de Leonardo da vinci en 2019
En el Prado, durante la primera exposición que el museo presenta con la colaboración del ayuntamiento de Madrid, se recogió un conjunto de obras de discípulos y Discípulos de Vinci para poner de relieve los métodos de enseñanza y producción de pinturas presentes en los talleres italianos entre los siglos XV y XVI.
Con esta copia como centro del espectador, nos presenta la información obtenida a partir de imágenes científicas proporcionadas por los nuevos dispositivos de análisis centrados en la importancia, en el contexto del Renacimiento italiano, pero también de la historia de la pintura, de conceptos como la idea y el original y la función y tipos de copias y derivados de prototipos creados por grandes maestros; hay que recordar que el matiz peyorativo dado a las reproducciones es reciente y que, en el siglo XVI, estas tuvieron no menos atención que las primeras obras. Además, las pinturas expuestas, cuyo origen son dibujos y pinturas del artista, nos permiten entender cómo los antecedentes teóricos de Leonardo fueron entendidos y asimilados por sus seguidores.
Se sabe que hubo momentos en que Da Vinci tuvo dificultades para pintar debido a su perfeccionismo y numerosas preocupaciones intelectuales, y fueron sus discípulos los que lo hicieron por él. Las reflectografías de las dos versiones principales de la Virgen del huso confirman que fueron realizadas al mismo tiempo por estudiantes que probaron varias opciones de composición siguiendo las instrucciones de su profesor, quien supo explicar cómo funcionaban sus ideas cuando eran llevadas a cabo por otras manos. Aunque los discípulos no siempre partieron de prototipos pintados: para las versiones de esta virgen con un huso, el salvador adolescente o Leda, el «original» fue probablemente un cartón hecho por Leonardo a partir de los primeros bocetos que utilizó a lo largo de su carrera. Vemos cómo apoyó tanto su enseñanza como su práctica en repetir y corregir de cierta manera, lo que explicaría por qué trató pocos temas y reutilizó modelos.
Una de las obsesiones de Leonardo fue simular el volumen y la sensación de cuerpos difuminados en el entorno. Este relieve escultórico que dio a sus figuras, utilizando una base terrestre para modelar las transiciones de la sombra a la luz, lo vemos en el Cartón de Santa Ana y, menos claramente, en algunas obras de sus discípulos, como el Niño Jesús besando un cordero o el Salvador adolescente. Sería un discípulo no directo, Andrea del Sarto, quien habría podido poner en práctica sus observaciones en este campo.
La importancia del propio concepto personal, las ideas de Da Vinci
Por otro lado, estudios técnicos han confirmado que las copias de las obras más apreciadas de Leonardo – Mona Lisa, Santa Ana y Salvator Mundi – fueron realizadas por él y bajo su supervisión, es decir, según una elaboración muy cuidada, con materiales caros y manteniendo la personalidad de quien lo hizo, un autor aún no identificado. Dos de ellos reproducen estados intermedios de la lenta ejecución de los originales, convirtiéndolos en testimonios de las reflexiones y correcciones del maestro en su creación.
En cuanto al análisis comparativo de las reflectografías infrarrojas de la Mona Lisa en el Museo del Louvre y su copia en el Prado, revelan los mismos detalles, confirmando que sus creadores trabajaron en paralelo y que el copista reprodujo gran parte del proceso de elaboración del original, sin intentar suplantarlo.
Los estudios realizados sobre las pinturas del taller de Leonardo revelan prácticas gráficas y pictóricas comunes que demuestran que, aunque el maestro supervisó a sus discípulos, les permitió mantener su estilo. Leonardo postuló que la reproducción de la naturaleza no debería ser mediada por la mano del artista invitándolos a disfrazar las pinceladas y trazos en la superficie de las obras, y la forma de encubrir el tema de cada estudiante, era personal: algunos se utilizan dedos, y otros, imitando la técnica gráfica del profesor, trabajaron pequeñas redes de pinceladas blancas y rojas de bases grises, que solo se pueden ver en macro-fotografías.
La importancia que Da Vinci da a sus ideas se puede ver en las pinturas realizadas por Sus discípulos a partir de su obra gráfica, entre otras Leda y el Cisne, una composición pintada solo por ellos y de la que hay variantes. Los bocetos de Leonardo para el peinado y la postura de la Reina, semi-arrodillada y de pie, se conservan, y las pinturas conservadas, con la excepción de una de Giampietrino, muestran así la figura. El desafío para quienes representaban este tema era unir el cuerpo y el paisaje utilizando el pelo y la vegetación como elementos de movimiento, un efecto que da Vinci reprodujo magistralmente en los dibujos; las versiones pintadas de Leda ilustran cómo los discípulos del maestro aprovecharon sus ideas y material de trabajo.