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Hasta que los cerdos «peleen.»
El castillo de Gormaz , fue la fortaleza medieval más grande de Europa, donde cristianos y musulmanes se enfrentaron durante a lo largo de dos siglos. Sin embargo, esta fortaleza emblemática está a punto de sufrir un nuevo asedio y no de cualquier enemigo común que se haya podido ver en el arte de la guerra. En esta ocasión, la fortaleza sufrirá un ataque a la conservación de su entorno natural e histórico estético. Y te estarás preguntando, ¿pero que tipo de proyecto van a llevar a cabo para que dicho monumento patrimonial sufra tanto desperfecto? La razón es simplemente que desean instalar una macrogranja de cerdos.
Si, has leído bien, el Castillo va a ser invadido por una macrogranja compuesta por 4.200 cerdos.
De momento, dicha remodelación se encuentra en tramite debido al impacto ambiental y por supuesto, al daño de la coexistencia de la propia estructura de la fortaleza medieval que esto supondría.
Muchas Asociaciones ecologistas y vecinales, profesionales tanto de la arquitectura como de la de la restauración y por ultimo y no menos importantes, los ayuntamientos de Recuerda y Gormaz , se han manifestado en contra de tal proyecto, del cuál lo consideran como un “atentado” contra la fortaleza islámica más importante que queda en España.
Sin embargo, no todo el mundo esta de acuerdo, sobre todo por parte de los promotores empresariales de dicha instalación, que son la sociedad Agro Peñaranda Esteban, que ante los ataques vecinales afirman que cumplirán “estrictamente la ley” y que si no consiguen los permisos se irán a otra parte.
El Castillo de Gormaz, contexto.
La fortaleza islámica de Gormaz fue construida en el siglo IX para apoyar sobre todo de forma estratégica a la población de Medinaceli (Soria), la cual, dicha capital se encontraba en la frontera de territorio musulmán.
El castillo medieval soriano defendía todas aquellas rutas que se dirigían hacia el norte peninsular a orillas del Duero, dicha localización geográfica hizo por aquel entonces que la fortaleza se convirtiera en un objeto de deseo por parte de los diferentes nobles y condes de la corte ibérica, desde el conde García Fernández, hasta Almanzor… Tras el transcurso de las guerras y el paso del tiempo, la fortaleza estuvo en manos de diferentes propietarios hasta que, en 1060, Fernando I de León la tomó definitivamente para su propio ejercito.
Durante el reinado de los Reyes Católicos, se convirtió en una cárcel.
Impacto medioambiental y sociocultural
Uno de los arquitectos que se oponen a dicha macrogranja, Luis Morales, miembro de la Asociación Soriana de la Defensa de la Naturaleza (Aseden), afirma que el entorno y el territorio que rodea al castillo es y cito textualmente: “plenamente agrícola ―campos de cultivo y bosques― y muy parecido al que podría tener en la Edad Media, cuando se construyó Gormaz”. “Meter un complejo industrial de unas enormes dimensiones, que es lo que pretenden para albergar a más de 4.000 cerdos, es una barbaridad. Rompe el paisaje desde la misma puerta califal, la que se reproduce tanto turísticamente”.
Además, Morales concluye: “porque el terreno es rústico y puede ser calificado como rústico de protección, lo que impediría levantar el complejo ganadero”. También la Junta elaboró el Libro Blanco de los Enclaves Territoriales de Interés Cultural (ETIC), que en su momento seleccionó 111 lugares por su interés cultural o patrimonial y que Gormaz estaba entre ellos.
Lo que a mi me parecería digno en destacar es como las propias instituciones gubernamentales y el propio ministerio de cultura pueda permitir este tipo de practicas favoreciendo a una ganadería industrial que destruye el ecosistema natural y en este caso en particular a un entorno paisajístico artístico ¿Qué es lo que considera nuestra propia democracia cultura? ¿Dónde a quedado nuestra gratificación y el orgullo de nuestro patrimonio? Sinceramente instalar una macrogranja en este emblemático castillo sería como montar una discoteca en medio de la sala del Museo del Prado, en definitiva, una catástrofe como huella sociocultural impactada hacia las nuevas generaciones.
Y por supuesto, hay que destacar el daño medioambiental que sufriría la vegetación y la ganadería extensiva propia del territorio.